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Editorial
@tempomxcom

A punto de cumplirse una semana de la jornada electoral del 6 de junio, se van quedando ya en el anecdotario las declaraciones triunfalistas, las salidas en falso o a la manera de Manolo Lapuente, los fracasotototes. Ya con constancias de mayoría en mano, los nuevos diputados y diputadas tendrán que comenzar a reunirse, a formar corrillos y conciliábulos al interior de sus grupos parlamentarios o a ser parte de las negociaciones que deberán ocurrir para la tan llevada y traída construcción de la mayoría que permita a Morena y sus aliados, continuar el proceso de reformas de la llamada Cuarta Transformación.

Los partidos de oposición han enviado a sus mejores cuadros en los distritos que daban por seguros o en las listas plurinominales –lo que antes se llamó “diputados de partido”–, que, en la más pura teoría, garantizan que los partidos envíen a sus mejores cuadros, a los más experimentados y avezados en el oficio legislativo. De tal suerte, llegarán al Palacio Legislativo de San Lázaro, los panistas Humberto Aguilar Coronado, apodado el Tigre, aunque no de Santa Julia; Santiago Creel, conocido por sus dotes de orador fúnebre; los “independientes” (sic) Margarita Zavala y Gabriel Quadri, los priístas Alejandro Moreno autollamado “Alito”, Ildefonso Guajardo, y hasta don Augusto Gómez Villanueva con sus tempranísimos 92 años… apenas en la flor de la edad. Jesús Zambrano encabezará a lo que queda del PRD, es decir a las huestes chuchas y Movimiento Ciudadano, que pareciera tener el mote de “AQUÍ SE RECOGE CASCAJO”, lleva entre sus pluris a Salomón Chertorivsky, que un día es priísta, otro panista y ahora por lo visto naranja naranja, y a doña Amalia García, experimentada política zacatecana. Repetirán Juan Carlos Romero Hicks (PAN), Rubén Moreira e Ismael Hernández Deras (aguas con las carteras) y el hasta ahora líder del rebaño morenista bautizado por Muñoz Ledo como Nachomier… Se da casi por sentado que el Verde llevará a Carlos Puente como líder de su bancada y lo mismo hará el PT con el dueño vitalicio de la franquicia, sempiterno, omnisciente, animoso y centenario Beto Anaya, y aunque estos llegan con numerosas curules gracias a su alianza, que no quede duda, que no que no, que a la manera del Escuálido Rapsoda Áureo, o sea, el Flaco de Oro, “venderán caro su amor… aventureros”.

Y es justamente allí, donde Morena no puede equivocarse por ningún motivo en la elección de su Coordinador de Grupo Parlamentario, que a la vez presidirá la Junta de Coordinación Política. Descalabrados viejos líderes como Pablo Gómez, Alfonso Ramírez Cuéllar o Lorena Villavicencio, que buscaron sin éxito la reelección, la bancada mayoritaria tendrá no pocos escollos que sortear, si quiere cumplirle al Presidente en la segunda mitad de su sexenio. Olvidados los viejos ritos políticos que permitían tener en las cámaras legislativas a los mejores cuadros de cada partido, Morena vejó, pisoteó y avasalló a sus leales, permitiendo la llegada abrumadoramente mayoritaria de rostros desconocidos, uno que otro junior (ahí está Miguel Torruco hijo, encabezando la lista), algún sobreviviente de la reelección como Nachomier, y apenas un puñado de perfiles experimentados como Leonel Godoy, ex gobernador de Michoacán, Óscar Cantón Zetina ex senador tabasqueño y conocido por dar bandazos y traicionar a sus correligionarios –si no, pregúntenle a Arturo Núñez–, o Yeidckol Polevnsky, ex dirigente nacional de Morena, quien ha sabido ser una aliada incondicional del Presidente en la lucha electoral, y que en el pasado proceso decidió ir a plantarle cara a uno de los bastiones del conservadurismo más rancio, disfrazado de ciudadano, el del gobierno de Enrique Alführer en Jalisco, con un importante avance para su partido.

Tras la polarización electoral y culminado el fragor de las campañas, el país llegará fragmentado a través de sus representantes a San Lázaro. Responder a los desafíos internos de la Cámara no será sencillo por parte de la bancada de Morena, si el partido se obstina en cometer los mismos yerros que pusieron en riesgo la gobernabilidad interna y las reformas más importantes de la 4T en esta legislatura que está por terminar. Como coordinador parlamentario, Mario Delgado perdió votaciones significativas, como la que se necesitaba para sacar el período extraordinario de las leyes secundarias del TMEC, la revocación de mandato y de la guardia nacional. Fracasó por tres razones fundamentales: por contar mal sus números, por su falta de diálogo con los aliados y por su franca incapacidad para lograr consensos. Luego tuvo que salir el Senado a enmendarle la plana. Además, la oposición le copó los espacios en el Comité Técnico de Evaluación para la elección de consejeros y consejeras del INE el año pasado y eso puso en un brete a su partido, al grado de que, con los votos de los nuevos consejeros, le tumbaron a Morena las candidaturas a gobernador en Michoacán y Guerrero. Aún falta hacerle a Delgado las sumas y las restas del actual proceso electoral, que es, aunque no quieran verlo, una victoria pírrica, con un altísimo costo político para Morena. Para muestra está la reconfiguración política de la Ciudad de México. De Nachomier no hay mucho que decir, pues por no poder, no pudo ni con Porfirio Muñoz Ledo.

Son pues, tiempos que requieren de la concordia, de la sensatez y de la habilidad política para la construcción de acuerdos en San Lázaro por el bien de México. No hay duda de que Morena se enfrascará una vez más en una lucha sin cuartel entre ultras y moderados, por la conducción de la bancada en la Cámara de Diputados. Pero si hay algo claro, es que el Presidente y el partido requerirán de un perfil con los mejores oficios políticos, sensibilidad y agudeza en el trato con los de enfrente y que además de conocer las virtudes y desafíos de su partido, sepa atemperar a sus huestes. Y eso, que no es menor, después de tres procesos federales electorales, solo lo ha logrado sin estridencias Yeidckol Polevnsky. Ojalá que Morena elija bien, por el bien de su proyecto mismo. Al tiempo.

Tempo

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