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Efrén Calleja Macedo
@lem_mexico

 

Si para Gabriel García Márquez el periodismo era el mejor oficio del mundo, para el periodista Juan Cruz Ruiz la edición es el quehacer de los lunáticos. De esta certeza da cuenta Un oficio de locos. Editores fundamentales en conversación con Juan Cruz (Yvoripress, 2012), obra en la que el periodista entrevista a un elenco internacional de editores para dibujar trayectorias, preocupaciones y profecías. De los múltiples temas deshilados en los diálogos, tres destacan por su actualidad: el trabajo del editor, la coyuntura de lo digital y el drama de la lectura.

Jorge Herralde, fundador y director de Editorial Anagrama, define al editor como un barquero: “el que ha configurado un catálogo fiable para que los buenos lectores confíen en autores desconocidos a los que hay que apoyar; el que practica una política de autor con los escritores en los que más cree, y así ayudarles a tener el sosiego necesario para que puedan edificar su carrera. En resumen, la marca como contraseña. Para el trabajo del editor, por ejemplo, Christian Bourgois utilizaba a menudo la expresión un passeur. Como un barquero que traslada un texto desde la orilla de la literatura, que es el autor, hasta la orilla de la lectura que está en las librerías. Un intermediario”.

El mismo Herralde establece, a partir de una expresión de Giulio Einaudi, dos tipos de iniciativas editoriales, la afirmativa y la negativa: “La edición ‘sí’ es aquella preocupada fundamentalmente por la buena literatura, por el ensayo profundo y lúcido y que busca que cada libro sea un libro valioso y original en sí mismo; versus la edición ‘no’, que es la edición repetitiva y que va simplemente en busca del posible best seller siguiendo la secuela de otras experiencias. La edición “sí” es la que pretende ser fiel a la búsqueda que enriquezca”.

Por su parte, Ricardo Cavallero, director general de Libros de Mondadori para Italia, España y América Latina, enfoca los ángulos de producción pirata de libros: “La piratería es un hecho muy serio, muy doloroso, en algunos países más que en otros. Pero, si me permites, los piratas son los únicos que conocen de verdad los best sellers. Para un autor, ser pirateado es casi una satisfacción porque significa que se está vendiendo mucho. […] Piratear el digital es mucho más fácil. Y además, si el consumidor digital quiere algo, lo quiere ya, no está dispuesto a aceptar los planes de lanzamiento de la editorial, y si lo encuentra en otro sitio lo piratea. [Por otro lado,] con la novela digital estamos vendiendo mucho más el sello de novela rosa, porque hay mucha gente que se avergüenza de ir por la calle con un libro rosa, y sin embargo ahora se lo lee en formato digital”.

Antoine Gallimard, presidente y director de Éditions Gallimard, airea la discusión sobre la lucha contra lo digital: “no me preocupa el lugar del libro en el futuro. Estoy seguro de que seguirá siendo extremadamente importante. El libro digital, lejos de suponer el fin del libro, es una nueva oportunidad para éste. Un libro no es simplemente una alineación de caracteres, una maquetación, unos capítulos, y el libro digital no hace más que añadir un cuerpo nuevo, un peso nuevo al libro tradicional. El libro digital, como la fotografía, permite una gran flexibilidad: diferentes formatos, reimpresiones ilimitadas. Por lo tanto, es una oportunidad para enriquecer el catálogo y mantener los libros vivos”.

Esta tranquilidad sobre la permanencia del libro es acompañada por la incertidumbre en torno al encuentro de las obras con los lectores: “La cuestión sería saber si nuestra civilización y el gusto por la lectura, por toda esa cultura de lo escrito que hemos heredado de nuestros antepasados, va a sufrir una especie de regreso a la Edad Media y a convertirnos en monjes en sus monasterios o; al contrario, vamos a saber dirigirnos al gran público. […] Podríamos preguntarnos si ese gran público va a dedicarse exclusivamente a Facebook o va a seguir leyendo. Yo estoy convencido de que seguirá habiendo lectores. La literatura siempre ha sido algo precioso: extremadamente frágil y, a la vez, asombrosamente resistente. No, no hay que temer su desaparición, ya la hemos visto sobrevivir al surgimiento de los nuevos medios de comunicación; pero tampoco debemos esperar que se extienda”.

En LEM creemos que las trece conversaciones reunidas en Un oficio de locos son variaciones de la premisa expresada por Ricardo Cavallero en dos momentos de su entrevista: “Producir libros es fácil, Lo difícil es entregar los libros al lector de una forma clara e inteligible”, y “El poder lo tiene el autor que escribe, y mi trabajo como editor es ponerlo en contacto con su público. Si no, el autor me dejará por otro que sepa cómo llegar a su público”.

*Centro de producción de lecturas, escrituras y memorias (LEM)

[email protected]

 

artículo originalmente publicado en el Periódico “El Popular” (que puede consultarse en el siguiente enlace: https://www.elpopular.mx/2019/03/25/opinion/los-umbrales-de-la-edicion-201336)

Efrén Calleja Macedo

Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Veracruzana (UV), Maestro en Gestión Cultural por el Instituto Universitario Ortega y Gasset campus México y Maestro en Diseño y Producción Editorial por la Universidad Autónoma Metropolitana campus Xochimilco (UAM-X), durante poco más de dos décadas ha acompañado, conceptualizado, desarrollado y materializado propuestas de contenido para editoriales, instituciones gubernamentales, organismos descentralizados, festivales, ferias del libro, universidades, autores independientes, museos, organizaciones internacionales, centros de salvaguardia del patrimonio y empresas de muy diversos ámbitos.