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Morir a salvo de uno mismo.  Qué suerte la de Walter White*

Por Gabriela Conde.

La muerte (o su alusión) hace preciosos y patéticos a los hombres.

Jorge Luis Borges (El inmortal).

*Walter White es el protagonista de Breaking Bad, la serie de televisión creada y dirigida por Vince Guilligan, estrenada el 20 de enero de 2008, producida por Sony Pictures y transmitida por la cadena AMC.

Quizá el momento más importante de mi vida me ocurrió a los 13 años. Sabemos cómo ocurren Los Momentos Más Importantes en la vida de cualquiera: de golpe, sin previo aviso. Claro, tampoco es que en ese momento lo pensara así: tenía 13 años y aunque fui la clase de  niña “reflexiva”, como se dice, todavía no era tan pedante como para nombrarlo de esa manera: el Momento Más Importante de Mi Vida.

Aquella noche jugaba a las escondidas con mis hermanos. Era la hora posterior a la cena. Cuando los niños se preparan para ir a dormir. Mi papá nos había mandado a lavarnos los dientes y a ponernos pijama, y nosotros nos habíamos alistado con tal rapidez que encontramos tiempo para jugar.  Esa noche entré con sigilo a la recamara de mis papás, me metí detrás de una cortina y los escuché hablar entre ellos.  Era mayo,  lo sé porque, en la pared frente a mí, colgaba un calendario al que miré por varios minutos después de oír a mis padres. Mayo de 1994. Esperé, entonces, largo rato para asimilar el golpe de la revelación y después, con el momento más importante de mi vida sobre los hombros, corrí a mi recámara a llorar.

Mi madre, al igual que George Perec, Raymond Carver y Walter White, tuvo cáncer en el pulmón. Mi madre, al igual que Kafka, que Chejov y que Walter White, supo que el fin estaba cerca la primera vez que tosió sangre.

Mamá llevaba tres meses enferma, aquella noche mis padres discutían sobre la inminente muerte de mamá, ella le pedía a él que se volviera a casar y que buscara una señora buena. Yo, aunque nunca pensé que mi mamá fuera inmortal, supe, entendí que nada volvería a ser lo mismo, vi al momento más importante de mi vida  frente a mí, atropellándome  como un tráiler sin frenos.

*

Walter White es un químico brillante que trabaja como maestro en una preparatoria de Alburqueque, tiene un hijo adolescente con retraso mental y una esposa embarazada. Walter se entera de un tumor cancerígeno en sus pulmones, un tumor mortal, y es entonces cuando Walter White, escudado en la intención de no dejar desprotegida a su familia, decide pasarse al lado oscuro.

Bien. Supongamos que es cierto el rumor que dice que el doctor Chejov, tuberculoso y genial, decide acelerar el ritmo de su escritura y la calidad de su arte en el momento de recibir su diagnóstico. Además: convertirse en un buen médico y en uno de los más grandes cuentistas de todos los tiempos.

¿Qué decide un hombre cualquiera, un escritor, un ama de casa, un químico, por poner ejemplos, a la hora de enterarse de la inminencia de su muerte? Kafka decidió escribir, viajar y, quizá, incendiar su propia obra. Chejov, escribir y curar. Walter White cocinar cristal azul. Metanfetaminas. Mientras los gestos finales de Chejov y Kafka resultan demasiado nobles, majestuosos y dignos, el gesto de Walter White es escandaloso porque decide invertir por completo su modo de vida anémico, débil, cobarde y conformista. Walter se convierte en la peor versión de sí mismo. En un hombre vanidoso, cruel, egoísta y manipulador. Un tipo envilecido que arrulla a su hija recién nacida mientras contempla los millones de dólares en los que intenta fundar su imperio de cristal azul.  Un enfermo terminal que en lugar de esperar la muerte decide vengarse de sí mismo y del mundo entero.

No intento explicar por qué nos seduce la historia de venganza de un tipo que es ridiculizado a la menor provocación por sus alumnos. Pobre Walt. El padre de familia ejemplar que tiene que trabajar en un lavado de coches para pagar las cuentas. Pobre Walt. Humillado por su segundo jefe. Mortificado por la encantadora presencia de su cuñado. Pobre Walt. Digo que no intento explicar las razones de nuestro amor por Breaking Bad porque no quiero arruinarles la serie. Mejor verla y enamorarse.

A la pregunta a la que quiero llegar, más bien, es a esta: ¿en qué se parecen Chejov, Kafka, Walter White y Conchita Moreno a.k.a. mi mamá?

Respuesta, digan lo que digan los médicos: uno se muere en el momento en el que sabe que va a morir.

Los cuatro eran cadáveres despidiéndose del mundo.

Supongo que no debe ser sencillo sonar ligero y alegre y bienintencionado en esas circunstancias. Quizá una de las señales inequívocas de la proximidad del fin son las nubes negras y pesadas de un mal humor que llega para instalarse en los últimos días. Una furia sorda como respuesta a todas las preguntas. Cólera y dientes apretados no porque todo vaya a terminarse sino por la imposibilidad de corregir ese mismo todo que ahora se ve como el más torpe y apresurado de los borradores. Quizá por eso la angustia del doctor Chejov y la idea digna de salvar vidas curando. O Kafka quemando su propia obra. O White cocinando anfetaminas. O mi madre algo enloquecida, buscando una nueva esposa buena para mi papá.

Al principio, los cuatro se engañaron aferrándose al poste de un suero con medicinas como gondoleros encallados en tierra firme. Se engañaron esperando el arribo de una posible cura de último momento como si se tratara del desembarco de los aliados en las playas de Normandía. Pero la inminencia nos hace tomar decisiones desesperadas, quizá nunca lleguen los aliados a Normandía. Y es entonces cuando se decide tomar la muerte con las propias manos.

Breakin bad es una lúcida historia sobre el deterioro paulatino de un hombre. La decadencia progresiva y gradual de un padre de familia.

Mamá no corrió con la misma suerte que Walter White, quiero decir con la misma mala suerte que Walter White. El cáncer de mamá resultó tan fulminante que murió en septiembre de 1994, apenas cuatro meses después de aquella noche que la escuché hablando con papá. La loca idea del desfile de señoras para encontrar una buena esposa sustituta, no pasó de un par de reuniones en la casa.

Suerte para nosotros, porque como nos muestra Breaking Bad, la muerte siempre es una pésima estilista.

***

Gabriela Conde

Estudió la licenciatura en derecho en la UPAEP y la especialización de Postgrado en “Literatura y Poder” en la Universidad Carlos III de Madrid. Ha tomado talleres de Paisaje Sonoro en el Museo de Nacional de Antropología en el 2018 y el Diplomado de Arte Contemporáneo y Actual en el Centro de las Artes en México en 2017. Obtuvo el Premio de Literatura Tlaxcala de Narrativa “Beatriz Espejo” en el 2003 y el de ensayo “Emmanuel Carballo” en el 2013. Además fue primer finalista en el IV Certamen Internacional Melpómene en Canarias España en 2003. Ha sido becaria del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Tlaxcala (FOECAT) en 2004, 2007 y 2011; del programa jóvenes creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) en 2005-2006 y 2011-2012; y de la sexta generación de la Fundación para las Letras Mexicanas en 2008-2009. Ha publicado el libro “Espejo Sobre la Tierra”, editado por el Gobierno del Estado de Tlaxcala y el CONACULTA (Tlaxcala, México. 2004); y en diversas antologías en México, España, Colombia y Perú. Además textos suyos han aparecido en diversos diarios y revistas Nacionales e Internacionales en México, Francia y Alemania. En 2007 participó con textos suyos sobre multidisciplina e interconectividad en Documenta 12 en Kassel, Alemania. Fue invitada para representar a las letras mexicanas en París, Francia en el 2014, en el Marco del Encuentro de Escritoras Contemporáneas en La Casa de México en París. Fue columnista para la Jornada de Oriente y para la revista de opinión Zona Crítica. Ha impartido decenas de talleres de iniciación a la escritura y activación creativa en gobiernos estatales, en el Centro Nacional de las Artes en la Ciudad de México, San Luis Potosí y Tlaxcala, además ha dado clases en la División de Educación Continua y Vinculación de la facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Desde el 2013 trabaja en el Colectivo de Arte y Cultura Genuino que fomenta el arte y la lectura como herramienta de formación ciudadana y fortalecimiento de identidad en comunidades vulnerables. El libro de Crónicas “Tlaxcala, el origen” fue publicado en formato de audiolibro por que el Gobierno de Tlaxcala y se encuentra en prensa para publicarse en este 2018.