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Years and Years

 

Por Danner González

@dannerglez

 

No les falta razón a quien hoy sostienen que las buenas series de televisión, las de sustrato humano puro y duro, van convirtiéndose en el soporte tecnológico que replantea el acto de leer. Poco a poco, vamos aprendiendo a ver series como quien traza un plan de lectura. En un universo casi infinito de streaming, se vuelve necesario sistematizar la ruta para no perderse. Al sugerir una serie a un amigo, cada vez es más frecuente escuchar: “nada más que termine de ver Chernobyl”, o, “tendrá que esperar pues ahora estoy viendo al mismo tiempo Westworld y volviendo a ver Mad Men, y mira, estoy encontrando cosas de las que no me había percatado la primera vez que la vi”.

 

Volver a mirar como quien relee con paciencia dickensiana, Historia de dos ciudades o lucha cuerpo a cuerpo con La montaña mágica por meses, con voluntad casi alemana, se ha vuelto ya una práctica cotidiana entre entendidos. En el cenit del postureo literario están quienes alardean “estar releyendo Rojo y Negro” cuando nunca lo habían leído, como si leer un clásico por primera vez, fuera un delito, como si existiese la ubicua capacidad de haberlo leído todo. No está lejano el día en que para referirse a Borgen o American Gods, alguien se vea forzado a decir, por miedo al desdén de sus contertulios, “estoy volviendo a verla”.

 

Si Walter Benjamin viviera en estos días de múltiples plataformas en línea, seguramente diría que “perderse en el streaming, como se pierde uno en un bosque, requiere de toda una educación”. Y es que ante la infinita posibilidad que suponen HBO, Fox, Prime Video –Netflix va convirtiéndose paulatinamente en la nueva Televisa– uno vuelve a tomar conciencia de la finitud del tiempo, sabedor de que nadie puede leerlo o verlo todo. Sirva lo anterior como larguísimo prolegómeno para recomendarles Years and Years, una visión distópica de las sociedades modernas, narrada desde la privacidad de una familia de clase media británica que soporta estoica los embates de su tiempo, uno no muy lejano, por cierto.

 

La serie, cuya primera temporada, y por ahora, única disponible, consta de apenas seis episodios de alrededor de una hora, mantiene un ritmo trepidante que no concede espacios para pensar mientras amontona temas en nuestra cabeza: política, economía, familia, retos tecnológicos, migración, derechos humanos, y sobre todos ellos, el tiempo y su tic-tac inmisericorde.

 

Si muchas series nos incitan a devorarlas de una sentada, Years and Years invita a la introspección, hace que uno se detenga con estupor, a veces con miedo, en todo eso en lo que nos estamos convirtiendo rápidamente. Los años corren veloces en cada episodio.

 

Las actuaciones de Emma Thompson, Jessica Hynes, Rory Kinnear, Maxim Baldry, entre otros, son impecables y la pulsión narrativa nada tiene que envidiar a las mayores superproducciones que por HBO han desfilado. En los momentos más decisivos, la música –en la mayor parte de la serie, discreta–, cobra una especial relevancia y hace que nuestros nervios se crispen mientras la pantalla muestra sin alarde de ficción, el curso de colisión al que la humanidad se encamina. Years and years es una sobredosis de realidad real, un ejercicio de verdad con plena conciencia histórica.

 

Insisto, en medio de la oferta abrumadora de series sin fin que nos recetan todos los días las plataformas de paga, el reto es encontrar contenidos que supongan desafíos constantes, que cuestionen nuestra concepción de la vida y que confirmen que hoy por hoy, ya no estamos en edad de seguir consumiendo contenidos basura en la –hasta hace no mucho– caja idiota.

Danner González

Especialista en comunicación y marketing político. Ha realizado estudios de Derecho en la Universidad Veracruzana; de Literatura en la UNAM; de Historia Económica de México con el Banco de México y el ITAM, y de Estrategia y Comunicación Político-Electoral con la Universidad de Georgetown, The Government Affairs Institute. Máster en Comunicación y Marketing Político con la Universidad de Alcalá y el Centro de Estudios en Comunicación Política de Madrid, España, además del Diplomado en Seguridad y Defensa Nacional con el Colegio de Defensa de la SEDENA y el Senado de la República. Ha sido Diputado Federal a la LXII Legislatura del Congreso de la Unión, Vicecoordinador de su Grupo Parlamentario y Consejero del Poder Legislativo ante el Consejo General del Instituto Nacional Electoral. Entre 2009 y 2010 fue becario de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores en Córdoba, España. Sus ensayos, artículos y relatos, han sido publicados en revistas y periódicos nacionales e internacionales. Es Presidente fundador de Tempo, Política Constante.