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Por Javier Santiago Castillo

@jsc_santiago

Las elecciones locales de 2010 fueron las primeras que adquirieron relevancia para el diseño de la estrategia de los partidos rumbo a los comicios presidenciales. Tuvo que transcurrir una década desde la alternancia en la presidencia de la República, para que la competitividad de los partidos opositores se incrementara y esas elecciones se convirtieran en piezas relevantes en el tablero político. Otro factor fue el desgaste del PRI, que se dio paulatinamente, pues continuó manteniendo una presencia hegemónica en la mayoría de las entidades del país.

Esa lógica se repitió rumbo a las elecciones presidenciales de 2012. En 2015 se inició la homologación de los calendarios electorales locales con el federal y estuvieron en juego nueve gubernaturas (Nuevo León, Michoacán, Guerrero, Sonora, Querétaro, San Luis Potosí, Baja California Sur, Colima y Campeche). Si se considerarán los resultados de las elecciones de gobernador la conclusión evidente sería que la disputa sería entre el PRI y PAN. Los triunfos fueron: PRI 5, PAN 2, PRD 1 y un independiente.

Desde la perspectiva de las votaciones y número de diputaciones el PRI ocupó el primer lugar, el PAN el segundo El PRD el tercero y Morena en votación el cuarto y en número de legisladores el quinto, después del PVEM. Mirando retrospectivamente los datos, en su momento no prefiguraban que Morena fuera a ser un jugador relevante en la contienda presidencial de 2018. El malestar social con el modelo económico, la corrupción de la clase política y el liderazgo carismático de López Obrador fueron factores decisivos en incrementar la competitividad de Morena y alcanzar el triunfo en esa coyuntura.

Las elecciones locales de 2021 construyeron otro escenario, cuando de quince elecciones de gubernaturas Morena ganó 11. En 2022 gano 4 de 6 en juego (Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas) y las de 2023 en Coahuila y Edomex, han vuelto vigente la lógica de que las elecciones locales pueden prefigurar el resultado de las presidenciales de 2024. Morena gobierna en 21 entidades (incluido Edomex) y sus aliados en 2 (PVEM, San Luis Potosí y PES, Morelos). La oposición gobierna nueve, PAN cinco (Yucatán Querétaro, Aguascalientes, Chihuahua y Guanajuato), el PRI dos (Durango y Coahuila) y Movimiento Ciudadano dos (Jalisco y Nuevo León).

En 2024 se renovarán las gubernaturas de nueve entidades cinco gobernadas por Morena (CdMx, Chiapas, Puebla, Tabasco y Veracruz), el PAN dos (Yucatán y Guanajuato) y PES una (Morelos). Desde la perspectiva de Morena es obvio que esperan refrendar las gubernaturas que tienen y sumar Morelos a su cuenta y están construyendo una candidatura competitiva para Guanajuato. Yucatán está lejos de sus aspiraciones. Su confianza se centra en que la candidatura presidencial arrastre las votaciones de las elecciones a las gubernaturas.

La derrota de Morena en Coahuila es un accidente menor en el contexto actual de su predominio electoral. En cambio, el triunfo en el Edomex es señero por la relevancia que tiene esta entidad en el tablero económico y electoral del país. El presupuesto del Edomex para 2023 es de 356 mil millones de pesos, algo más de 100 mil millones que el de la CdMx y la lista nominal en esta elección fue de 12 millones 6 mil electores, casi el 13% de la lista nacional.

En una semana ha corrido mucha tinta para intentar explicar el triunfo de Morena en el Edomex y del PRI en Coahuila. Muchas opiniones se han quedado en reflexiones parciales, cuando la explicación es indudablemente multifactorial. El primero sería el desgaste del grupo Atlacomulco, hegemónico del priísmo mexiquense, por gobernar tantos años con vicios arraigados.

Este grupo nació a partir del asesinato del gobernador del Estado de México, Alfredo Zárate Albarrán el 8 de marzo de 1942. Tras este suceso, Maximino Montiel Olmos cacique originario del municipio de Atlacomulco se reunió con el presidente de la República, Manuel Ávila Camacho y acordaron que el nuevo gobernador sería Isidro Fabela Alfaro, quien fue designado el 16 de marzo de 1942 sin cumplir el requisito de contar con cinco años de residencia efectiva en el estado.

Siete gobernadores surgieron de ese emblemático municipio: Isidro Fabela Alfaro (1942-1945), Alfredo del Mazo Vélez (1945-1951), Salvador Sánchez Colín (1951-1957), Alfredo del Mazo González (1981-1986), Arturo Montiel Rojas (1999-2005), Enrique Peña Nieto (2005-2011) y Alfredo del Mazo Maza (2017-2023), formando una poderosa dinastía política y familiar. Otros miembros del grupo fueron gobernadores, aunque no fueran oriundos de ese municipio.

Por otro lado, el actual triunfo de Delfina Gómez no es producto de generación espontánea. Tiene su historia electoral de más de 20 años, se inició en 1999 con la candidatura, por el PRD, de Higinio Martínez (que venía del Partido Mexicano de los Trabajadores) y quedó en tercer lugar con 710 mil 500 votos. En 2005 la candidata fue Yeidkol Polevnsky, también ocupo el tercer lugar, con 918 mil sufragios. En 2011 el candidato fue Alejandro Encinas alcanzando el segundo lugar, con 1 millón 20 mil 857 votos. En 2017 Delfina Gómez logró obtener el segundo lugar con 1 millón 871 mil 542. En 2023, nuevamente Delfina Gómez fue la candidata, aunque ahora la triunfadora con más de 3 millones 200 mil votos, cercano al 53% de la votación y 8 puntos de distancia de la candidata del PRI.

Son varios los datos que sobresalen de esta contienda: todos los candidatos de la izquierda pertenecen al lopezobradorismo, Morena sólo gobierna 26 municipios, pero ahí vive el 48% de la población del estado y según datos del PREP, de 45 distritos Delfina Gómez ganó en 36, diez más de los que gobierna su partido. Por otro lado, la participación en elecciones para gobernador en Edomex suele ser baja: 51% en 1999, 42.6 en 2005, 45.3 en 2011 y 53 en 2017. Promedio: 48.12, ahora fue 49.8%. Las encuestas cumplieron su objetivo: desvelar una tendencia sobre el triunfo de Morena.

A pesar de la derrota, el PRI obtuvo el 28.16%. Acción Nacional aportó 11.29 por ciento de los votos. El PRD el 2.94 por ciento votos. Por rangos de edad llama la atención que los jóvenes se inclinaron por Morena, de 18-29 años el 49.8%; por Alejandra del Moral 34.6. De 30-49 años se inclinó el 51.2 Morena y 36.2 por Alejandra. De 50 años y más, Morena 40.5, Alejandra 39.3% (consulta Mitofsky).

Por nivel educativo de primaria, secundaria y preparatoria Delfina Gómez obtuvo el 49% de la votación. En cambio, a nivel universitario disminuyó algo más de 10 puntos porcentuales. En la votación urbana Delfina creció 20 puntos y rural 13; el PRI perdió 4 puntos y como alianza 20 puntos.

De los encuestados que aprobaron al presidente, el 67% votó por Delfina y sólo 18 por Alejandra del Moral. De los que desaprobaron al presidente 13% votaron por Delfina y 70.2 votaron por Alejandra.

La derrota del Grupo Atlacomulco no implica el fin del priísmo mexiquense, que en el momento de la derrota ha mostrado su unidad, más allá de los intereses políticos y económicos, gobiernan la mayoría de los municipios rurales. Sin duda su reto consiste en recuperar presencia en las zonas urbanas. Es necesario tener presente que después de la derrota de dos mil, este priísmo fue capaz de diseñar una estrategia y construir un candidato para regresar a la presidencia doce años después.

Morena gobierna 23 estados por sí o por aliados, Esos estados son hogar de más de 92 millones de habitantes, casi tres de cada cuatro mexicanos viven en territorios gobernados por Morena. El presidente ha declarado que no inclinará la balanza, lo sucedido es que desde hace dos años el aparato gubernamental se echó a andar para impulsar a Claudia Sheinbaum y las reglas de la contienda ya fueron dictadas por el presidente. Sería excepcional que Marcelo Ebrard fuera el candidato, pero podría suceder.

Javier Santiago Castillo

Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública, con mención honorífica por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Candidato a Doctor en Ciencia Política en la misma institución. Es profesor titular “C” tiempo completo de la UAM-I, actuó en los 80's como coordinador nacional de capacitación electoral del Partido Mexicano Socialista; y representante de casilla del Partido Mexicano de los Trabajadores, de cuyo Comité Nacional formó parte. En los procesos electorales de 1991 y 1994 fue Consejero en el XXXVI Consejo Distrital Electoral del Instituto Federal Electoral en el D.F; se desempeñó como coordinador de asesores de Consejero Electoral del Consejo General en el Instituto Federal Electoral; representante del IEDF ante el Consejo de Información Pública del Distrito Federal; y Consejero Presidente del Instituto Electoral del Distrito Federal.