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La crisis de los mariachis

 

Un reportaje especial de Tempo

@tempomxcom

 

Movimiento Ciudadano atraviesa horas críticas. Después de la debacle electoral de 2018 –que significó una importante reducción de las prerrogativas del partido naranja, así como la pérdida de registros locales en más de la mitad de los estados, el hasta entonces partido de Dante Delgado se conformó con replegarse a sus bastiones mientras en el plano nacional trata desesperadamente de mostrarse como una oposición creíble, tras el altísimo costo político que supuso el cambio de chaqueta de la izquierda obradorista a la derecha de Ricardo Anaya. –¿Qué haremos ahora? –Atrincherarnos en nuestros estados, se oyó decir a uno de los líderes históricos del partido.

 

La derrota electoral de 2018 supuso una realineación de fuerzas al interior del partido, pues como era de esperarse, “los mariachis”, como se les conoce a las huestes jaliscienses, pidieron mano en la dirección nacional, quedándose con la mayoría de posiciones de su comité y jubilando a muchos de los líderes históricos que habían sido fundadores del partido. Los jerarcas naranjas sabían desde antes de la jornada electoral que tenían las horas contadas, que este sería el último proceso en el que podrían meter la mano al caldero, así que colaron a sus hijos, juniors sin experiencia política, en las diputaciones locales y federales. Tal es el caso de Dulce Méndez de la Luz Dauzón, quien llegó a la Cámara de Diputados por obra y gracia de su padre, el ex senador Armando Méndez de la Luz, quien había perdido de manera vergonzosa la gubernatura de Veracruz y el registro local; o del diputado Jorge Alcibíades García Lara, hijo del también ex senador convergente Francisco Alcibíades García Lizardi, que pactó con Kiko Vega en Baja California.

El relevo no supuso una mayor exposición mediática y política del grupo de Enrique Alfaro en el plano nacional. Lejos de ello, Clemente Castañeda ha mostrado una singular apatía por la reconstrucción de un partido en ruinas, limitándose a consolidar su posición en Jalisco, Nuevo León y en los estados que ellos consideran afines a su objetivo: lograr que Alfaro sea candidato a la Presidencia en 2024 y refrendar el triunfo en Jalisco, objetivos que se antojan imposibles en las condiciones actuales, pues cada vez es más evidente que Jalisco no es Tlajomulco y que Alfaro está lejos, muy lejos de ser el gran gobernador que los jaliscienses esperaban. A un año de gobierno, los índices de inseguridad en el estado no han mejorado, ni los económicos, e incluso en materia de salud, Jalisco enfrenta hoy una seria epidemia de dengue.

 

Mientras en el Senado la pericia y voluntad de diálogo de Dante han logrado consolidar a su grupo parlamentario –al sumar nueve senadores con la reciente incorporación de Juan Zepeda– pasando con ello a ser la cuarta fuerza política en la cámara alta, en el partido, los llamados “mariachis” han pecado de soberbia e indolencia al lastimar a líderes históricos de Movimiento Ciudadano. Esa fue la gota que derramó el vaso en la reciente decisión del primer coordinador nacional de MC, ex senador y ex alcalde de Acapulco, Luis Walton Aburto, quien el día de ayer presentó su renuncia al partido que ayudó a consolidar en tiempos difíciles.

Walton, hombre claridoso y amigo de sus amigos, se disciplinó con lealtad en 2018 aún cuando nunca ocultó su simpatía por López Obrador. Se sabe que recibió toda clase de ofrecimientos para abandonar MC, pero Walton sabe que la lealtad es un camino de dos vías y por eso fue paciente y acompañó a su amigo Dante hasta entrado el 2019, aún cuando no estuviera de acuerdo en la alianza con el PAN. Su salida abre un boquete en las filas maltrechas de MC, pues con él se irá toda la estructura electoral que construyó durante más de quince años, sus alcaldes, regidores y diputados, de cara al proceso electoral de 2021, en el que MC tendrá que enfrentar en Guerrero a un gobernador priísta y al partido de un Presidente que puntea todas las encuestas todos los días.

 

No es secreta la amistad de Walton con el Presidente, como tampoco es claro aún que vaya a ser el candidato de Morena a gobernador de Guerrero, pues para ello tendrá que superar a un líder histórico como Félix Salgado Macedonio y a alguien de todos los afectos del Presidente, Pablo Amílcar Sandoval, hermano de la Secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval. Aún hay tiempo y Walton no es un político que se desencante fácilmente. Lo que sí queda claro es que en su infinita soberbia, “los mariachis” han abandonado las plazas importantes de MC y pareciera que preparan una rendición pactada.

¿Será ese el costo del apoyo federal a los proyectos metropolitanos de Enrique Alfaro? ¿Tendrá que ver su ambición desmedida por Jalisco con los rumores que adelantan una renuncia de Pablo Lemus, alcalde de Zapopan, quien pasaría a las filas de Morena, por las mismas razones que llevaron a Alberto Uribe a abandonar el alfarismo? ¿Serán capaces de entregarle a López Obrador en bandeja de plata la extinción del partido que por más de dos décadas construyó Dante Delgado? Por lo pronto, en Movimiento Ciudadano ya se habla de una crisis profunda, “la crisis de los mariachis”, le dicen.

Tempo

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